El silencio una moneda cara
en este bosque de piedra,
el semejante rock y el espacio lunar mental
laguna de incertidumbre capaz de dar,
sensación de irresponsabilidad, sentir un poco la libertad.
El monte ruso es por demás mi camino,
muerde la sal y esa sensación de placer que me hace caer,
insoportable ansiedad, esquizofrénica realidad.
Su voz, la aguja del Mercier
flota a la par del guerrero inmortal francés,
y sus cuarenta amores.
La implacable resistencia prohible su explandor,
porque cada letra describe mi moral.
dos mil doscientas cuarenta vidas y yá verán.
El entender tus placeres
y saltar a esa sensación feráz,
un renacuajo que ya tiene la sensación de planear,
para experimentar la sabia existencia y amar.
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